Son las diez y media de la mañana y estoy en la clase de francés. Como se darán cuenta, no presto la menor atención., prefiero contarles lo que vino ocurriendo estas últimas semanas. (p. 9)
Este afuera transforma al personaje, el cual rompe sus estructuras sistemáticas de la disciplina, en la medida en que rompen los preceptos que lo cercan y que obturan su visión del mundo. El recreo, entonces, como dispositivo central del texto implica un alejamiento de las responsabilidades académicas, del compromiso y abre un nuevo horizonte de expectativas con el que pueden repensarse los esclerosados sistemas escolares:
“Pertenezco al grupo de los sacrificados. Los que aceptan la tesis de que el hombre fue expulsado del paraíso y, con mucho esfuerzo, puede volver de vez en cuando. Aslamim es del grupo de los afortunados; esa gente que, en el supermercado, siempre está en la cola de los que avanzan más rápido. Aslamim tiene suerte con todas las chicas, créanlo, es así. Con todos. Si a ustedes les gusta una chica, tengan por seguro que a ella le gustaría Aslamim. Como no puede salir con todas, algunas quedan para el otro grupo, el mío.” (p. 10)(…)LE ganabas fácil –dijo- ¿Qué te paso?-Es largo de explicar. Pero fundamentalmente no sé. -¿No te querés acostumbrar a ganar?-Vos sabés que yo tengo teorías muy sólidas acerca de los que ganan y los que pierden, pero se me están resquebrajando. Creo que voy a ponerme a estudiar la teoría de la relatividad.(P. 102)