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19 de mayo de 2010

TeneLe en cuenta





















Anoten los docentes: Lo secundario de un crimen. Acerca de la novela breve de Marcelo Birmajer

Sabemos que o podríamos aceptar –a priori- que por lo menos desde Homero para acá siempre se traman las historias dentro de otras historias que las preceden, que les otorgan su estructura, que modifican su carnadura y establecen los campos de lectura posibles. Bien. Un crimen secundario, de Marcelo Birmajer, ejecuta de acuerdo con el género policial la historia de un robo y la revelación de un misterio. El misterio, pieza clave de lectura de la serie de enigma (inaugurada por Poe), se entreteje en una historia en la que las pistas, huellas, indicios, sospechosos e investigadores, en fin, todos los elementos del policial se transforman en otra cosa porque dialogan con otras esferas de acción. Así la escuela, los profesores, los mitos fundadores y dos adolescentes que se aburren como perros en el conglomerado disciplinar de la academia son las discontinuidades del excéntrico Dupin. Me atrevería a decir, inclusive, que son las pautas de una lectura otra al género policial, pero, sin embargo, profundamente arraigados en la primera serie del género (recordemos que la indagación comienza con la lectura del periódico “Robo al banco Restive”; clisés de la serie de enigma). Pero, como todo misterio, lo esencial es invisible a simple vista, diría el Principito; más allá de la pista del robo se encuentra un misterio que involucra a toda la Historia argentina (conjeturas bicentenarias, abstenerse)… No obstante, no quisiera detenerme demasiado en el análisis, simplemente, de forma tangencial presentar el texto y señalar un punto en relación al título del texto. ¿Por qué secundario? Secundario porque no hay crimen y secundario porque se aleja de las estructuras de la seriedad y de lo rústico y lo oscuro de la serie del policial negro. Asimismo, porque bordea todo lo que ocurre en relación al saber central, cuya matriz reproductora, imperativa, debilitada como sistema por su reticencia al cambio, aspira a transformarse en un aprendizaje que desborda los saberes educativos.
Son las diez y media de la mañana y estoy en la clase de francés. Como se darán cuenta, no presto la menor atención., prefiero contarles lo que vino ocurriendo estas últimas semanas. (p. 9)
Este afuera transforma al personaje, el cual rompe sus estructuras sistemáticas de la disciplina, en la medida en que rompen los preceptos que lo cercan y que obturan su visión del mundo. El recreo, entonces, como dispositivo central del texto implica un alejamiento de las responsabilidades académicas, del compromiso y abre un nuevo horizonte de expectativas con el que pueden repensarse los esclerosados sistemas escolares:
“Pertenezco al grupo de los sacrificados. Los que aceptan la tesis de que el hombre fue expulsado del paraíso y, con mucho esfuerzo, puede volver de vez en cuando. Aslamim es del grupo de los afortunados; esa gente que, en el supermercado, siempre está en la cola de los que avanzan más rápido. Aslamim tiene suerte con todas las chicas, créanlo, es así. Con todos. Si a ustedes les gusta una chica, tengan por seguro que a ella le gustaría Aslamim. Como no puede salir con todas, algunas quedan para el otro grupo, el mío.” (p. 10)(…)LE ganabas fácil –dijo- ¿Qué te paso?-Es largo de explicar. Pero fundamentalmente no sé. -¿No te querés acostumbrar a ganar?-Vos sabés que yo tengo teorías muy sólidas acerca de los que ganan y los que pierden, pero se me están resquebrajando. Creo que voy a ponerme a estudiar la teoría de la relatividad.(P. 102)

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